Decidieron aprovechar la intrincada distribución del barco y tender una trampa en la bodega de carga. Unos débiles ruidos, sutilmente amplificados por el silencio, atraerían a los desprevenidos piratas. En la poco iluminada bodega de carga, la tripulación de Adam empezó a trabajar en silencio.
Colgaron redes de carga e instalaron alarmas ocultas, creando una trampa no letal alrededor de una caja elegida estratégicamente. La tensión era palpable a medida que cada miembro de la tripulación comprendía su papel en este juego del gato y el ratón.