Poco se imaginaba que poder permitirse una mesa en el restaurante iba a ser la menor de sus preocupaciones sobre el calvario. «No, no, no, no», gritó Patrick mientras se apresuraba a salir de casa. Estaba aterrorizado porque no encontraba las llaves del coche y llegaba tarde a su reserva para cenar.
No podía llegar tarde a una ocasión tan importante Ese fue el único pensamiento de Patrick mientras se apresuraba a salir de casa y subía a su vieja y destartalada camioneta. Condujo lo más rápido que pudo hasta el restaurante haciendo todo lo posible por respetar las normas de tráfico y llegar a tiempo.