Cuando por fin cogió el teléfono, prácticamente le ardía en la mano. La pantalla estaba abrumada por el enorme volumen de mensajes y textos, y apenas podía entender lo que estaba pasando.
Cuando vio todas las alertas de notificación en su teléfono y ordenador, no pudo evitar emocionarse. Quizá por fin había ganado fama viral y la gente le prestaba atención por algo que había hecho.