A medida que la noche se acercaba a su fin, la culpa de Patrick se convirtió en una rabia silenciosa y latente. No podía olvidar la risa burlona de aquellas chicas, sus palabras crueles. Pero ahora, mientras veía a Lily despedirse de él con la mano, empezó a formarse en su interior una determinación.
Había pasado meses ahorrando, trabajando horas extra, todo para darle a su hija un cumpleaños especial. Y esas chicas, esas niñas desconsideradas y con derechos, se lo habían arrebatado. No podía dejar que se marcharan sin consecuencias.