Se le encogió el corazón al contemplar la escena: platos a medio comer, restos de una tarta de cumpleaños y el pequeño sombrero de fiesta de Lily apoyado torcidamente en la cabeza. A Lily se le iluminaron los ojos cuando lo vio y lo saludó con la alegría pura e inocente que sólo un niño puede reunir.
«¡Papá!», chilló, corriendo hacia él y rodeándole las piernas con los brazos. Su ex mujer le dedicó una sonrisa cortés, pero Patrick pudo ver la tensión en su expresión, la decepción tácita en sus ojos.