La familia empezó a gritar. Sindy estaba dolida y confusa, y sus padres estaban a la defensiva. «¡Me estáis mintiendo!» Sindy gritó. «¡No hay nada que contar!» Respondió Elaine. La habitación se llenó de voces, todos hablaban pero nadie escuchaba.
En medio del caos, Laura permaneció callada. Pero ahora ya no podía contenerse más. «¡Parad!», gritó. Todos se volvieron para mirarla. La sala se quedó en silencio, esperando. Laura tenía que decir algo, algo importante que lo cambiaría todo.