Le faltaba una hora para cerrar el negocio por hoy cuando entró una mujer mayor. Pidió un corte de moda, algo fresco y moderno. Emma, muy cansada, sabía en el fondo que ese estilo no se adaptaría al tipo de pelo ni a la forma de la cara de la mujer.
Normalmente, habría sugerido amablemente una alternativa más favorecedora, pero esa noche el cansancio le nubló el juicio. En lugar de disuadir a la mujer, decidió seguir adelante con el corte, ansiosa por terminar su turno y volver a casa.