Emma era una hermosa peluquera de 29 años que se había labrado un nombre gracias a su talento y tenacidad. Procedente de una pequeña ciudad, había trabajado más duro que la mayoría de sus compañeros y había conseguido abrir su propio salón a los 27 años.
Emma se enfrentó a numerosos retos en el camino, desde trabajar en dos empleos para pagarse la universidad hasta enfrentarse a la feroz competencia de otros peluqueros. A pesar de todo, su tenacidad y talento le granjearon la reputación de ser una estilista capaz de transformar el cabello y la confianza en sí misma con unos pocos cortes y pinceladas de color.