Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

Natalie se inclinó hacia delante, con voz seria. «Estaba desesperada, Robert. Sé que tiene mala pinta, pero nunca quise hacerte daño ni aprovecharme de tu amabilidad» Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, suplicándole que la creyera.

Robert dudó, su escepticismo se suavizó ligeramente al ver la cruda emoción en su rostro. Quería confiar en ella, pero la inquietud persistente lo mantenía cauteloso. «Podrías habérmelo dicho Natalie, te habría dado el coche»