Entre lágrimas, Natalie le explicó. «Recibí una llamada sobre una oportunidad de trabajo, pero era fuera de la ciudad. No pensé que pudiera pedir más ayuda», admitió, con la voz temblorosa. Robert la escuchó, dividido entre la compasión y la frustración.
«¿Así que cogiste el coche?» Insistió Julia. Natalie se secó los ojos y negó con la cabeza. «Temía que dijeras que no. Pensé que no entenderías nuestra desesperación» Sus palabras flotaron en el aire, crudas y sinceras.