Conduciendo hasta el lugar, el corazón de Robert se aceleró. La visión de su coche, aparcado al azar cerca de una vieja estación de servicio, le llenó de una extraña mezcla de alivio y temor. Inspeccionó el vehículo y observó que no parecía haber nada raro. Sin embargo, el misterio de la desaparición de Natalie se cernía sobre él.
Dentro del coche, Robert encontró una nota manuscrita en la guantera. Le temblaron las manos al abrirla. Las palabras eran sencillas pero desgarradoras: «Lo siento. Gracias por todo» Ninguna explicación, ninguna pista, sólo una disculpa que no hacía sino ahondar el misterio.