Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

La mujer abrazaba a sus hijos, con los brazos temblorosos por el frío que se filtraba a través de su raída chaqueta. La escena era desgarradora, su desesperación tan palpable como la escarcha en el aire. Julia vaciló. No podía limitarse a pasar de largo. Había algo en esa familia que exigía su atención.

La mente de Julia se agitó mientras miraba a Robert a su lado. Sabía que a él no le entusiasmaría lo que estaba a punto de sugerirle. Siempre había sido pragmático, y su carrera como abogado penalista de alto nivel no hacía sino aumentar su cautela. Sin embargo, no podía ignorar el dolor que sentía en el pecho.