Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

Robert se incorporó y lo primero que pensó fue en la advertencia de la señora Henderson. «Le ha abierto la puerta a alguien», murmuró, con el pecho apretado. La adrenalina se disparó cuando despertó a Julia y le dijo que se encerrara en el baño mientras él se deslizaba silenciosamente fuera de la cama, con sus pasos cautelosos sobre el suelo de madera. Se esforzó por oír algún sonido más, con el pavor revolviéndosele en el estómago.

Robert se acercó de puntillas a la ventana que daba al garaje y descorrió la cortina con cuidado. Le temblaban las manos mientras escrutaba la zona, esperando ver a un intruso colándose en el interior. En lugar de eso, vio movimiento cerca de la entrada: Natalie, cargando una bolsa, con la figura débilmente iluminada por las farolas.