Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

Durante la cena, Robert compartió el rumor de la Sra. Henderson, pero Julia no le dio importancia. «Sólo es una cotilla», dijo con firmeza. Robert quiso discutir, pero se contuvo. Julia tenía razón: la señora Henderson solía exagerar y acusar a Natalie de algo tan grave basándose en simples rumores le parecía injusto e irracional.

Sin embargo, las dudas y el miedo se apoderaron de su corazón y, aquella noche, Robert se tumbó en la cama, inquieto e incapaz de sacudirse los acontecimientos del día. Justo cuando empezaba a dormirse, un crujido metálico perforó el silencio. Su corazón se sobresaltó. Parecía la apertura de una puerta, un ruido que no había oído antes. Se le aceleró el pulso.