Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

Mientras se sentaban a la mesa, Robert mantuvo una conversación ligera. Ben y Lucy se rieron mientras picoteaban sus platos, y su inocencia alivió momentáneamente sus nervios. Natalie parecía más relajada, compartiendo pequeñas anécdotas sobre sus hijos. Robert, sin embargo, no podía dejar de ensayar mentalmente la conversación que había planeado.

Después de cenar, Robert respiró hondo, dispuesto a abordar el tema, cuando Natalie empezó a recoger la mesa inesperadamente. «Deja que te ayude», dijo con tono firme. Se acercó al fregadero y se arremangó. «Es lo menos que puedo hacer. Me siento fatal por quedarme aquí gratis»