Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

Mientras Robert hacía las maletas para irse, se le revolvía el estómago. Ensayó mentalmente posibles conversaciones, tratando de encontrar el equilibrio adecuado entre amabilidad y firmeza. No quería parecer inhumano, pero tampoco podía ignorar su creciente malestar.

De camino a casa, Robert no podía deshacerse de la tensión acumulada durante todo el día. Sus pensamientos oscilaban entre la preocupación y la culpa, cada uno compitiendo por un espacio en su mente. Cuando llegó a la entrada de su casa, no estaba más cerca de encontrar el enfoque correcto, pero sabía que tenía que tener esta difícil conversación de todos modos.