Durante el almuerzo, Robert pensó en diferentes maneras de abordar el tema de la marcha. ¿Podría plantearlo como una sugerencia? «Podría ofrecerles ayuda para encontrar un refugio», pensó. Pero la idea le pareció demasiado brusca, demasiado impersonal, sobre todo con niños pequeños de por medio.
Su inquietud crecía a medida que pasaban las horas. La imagen de su garaje, vulnerable y expuesto, se negaba a abandonar su mente. «¿Y si deciden no irse?», se preguntó. La idea se le quedó grabada en la mente, haciéndole más difícil concentrarse en su trabajo.