Una pareja de ancianos deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Sus corazones se hundieron al día siguiente!

Mientras Natalie seguía contando su historia, Robert miró a sus hijos, que comían con fruición. El frío de noviembre flotaba en el aire y la idea de devolverlos a la calle le revolvía el estómago. «Sólo son niños», se recordó a sí mismo, sintiéndose culpable.

Cuando Robert se fue a trabajar, ya había abandonado la idea de pedirles que se fueran. «Sólo un día más», se dijo. Sin embargo, sentado en su escritorio, el malestar persistía. Distraído por la decisión, no pudo evitar preguntarse si había tomado la decisión correcta.