Mientras comían, Natalie empezó a hablar más abiertamente de sus circunstancias. «Llevamos semanas en la calle», admitió. «Perdí mi trabajo cuando la empresa redujo su plantilla, y desde entonces ha sido imposible encontrar trabajo» Se le quebró la voz, pero enseguida recuperó la compostura.
Robert la escuchó, con sus emociones en conflicto. Se compadecía al imaginar las penurias por las que había pasado Natalie, pero seguía sintiéndose incómodo. La idea de dejar a unos desconocidos en el garaje mientras él pasaba el día en el trabajo le inquietaba. Julia estaría sola en casa y el riesgo era demasiado grande para ignorarlo.