Cuando conoció a su hermana recién nacida y gritó: «Ésa no es mi hermana», su padre empezó a cuestionárselo todo

El parto fue más largo y difícil de lo esperado. James observaba ansioso cómo las enfermeras corrían de un lado a otro, con los rostros tensos. Cuando por fin llegó el bebé, Susy estaba pálida y débil, apenas capaz de mantener los ojos abiertos. «Necesita descansar», le aseguró la enfermera. «El bebé está bien»

La sala de partos olía penetrante y estéril, el suave pitido de los monitores era el único sonido que cortaba la quietud. Anna vaciló en el umbral, agarrando el conejo de peluche que había traído como regalo para su hermanita. La enfermera sonrió amablemente y se agachó para ponerse a su altura.