Recordó el momento de su infancia en que su curiosidad la había llevado hacia el garaje. Aún podía oír la voz frenética de su tío, gritándole con urgencia que se mantuviera alejada. En aquel momento, no había entendido el motivo de su intensa reacción.
Pero ahora, de pie en la habitación en penumbra llena de pruebas e indicios incriminatorios, se dio cuenta de que nada podría haberla preparado para la inquietante verdad. El garaje, antaño un lugar de misterioso secretismo, se había revelado como el corazón de la verdad oculta de su tío, algo que ella nunca podría haber imaginado durante aquellos inocentes años.