Página de prueba

Su madre abrazó a su hija aún más fuerte, con los ojos brillantes de lágrimas no derramadas. «Yo también le echo de menos», dijo en voz baja. Permanecieron abrazadas durante unos instantes, compartiendo su dolor, hasta que su madre logró esbozar una suave sonrisa y secó con delicadeza las lágrimas de Mindy.

Aquella fue la última vez que Mindy habló de la casa de su tío; al menos, fue la última vez durante unos años. Unos años más tarde, cuando Mindy tenía unos diecisiete años, decidió pasar en bicicleta por delante de la casa de su difunto tío. Mientras pedaleaba lentamente, sintió que la invadía una oleada de nostalgia.