Los ladrones atacan una casa de subastas, ¡pero no esperaban que lo hiciera la guardia nocturna!

Una vez calmadas sus preocupaciones y completada su ronda, Henry decidió darse un capricho. Al otro lado de la calle había una hamburguesería que rara vez frecuentaba, reservándola para el final de sus turnos de dos semanas. Sonriendo para sí mismo, se acercó, sintiéndose casi tonto por tanta paranoia.

El día había sido de lo más normal, y todo apuntaba a otra noche tranquila en su habitual y predecible rutina. Era un placer sencillo, pero que esperaba con impaciencia: un capricho tras un largo día de trabajo.