Los ladrones atacan una casa de subastas, ¡pero no esperaban que lo hiciera la guardia nocturna!

Cuando terminó y se preparó para empezar el turno de noche, una imagen familiar le llamó la atención: una grúa retirando la furgoneta negra. Henry no pudo evitar reírse de sí mismo, al darse cuenta de lo nervioso que se había puesto por nada.

Sacudió la cabeza, reprendiéndose por su imaginación hiperactiva. Y resultó que el misterioso hombre del traje no era más que un pujador serio, un coleccionista famoso por su obsesión por las antigüedades finas. No era un ladrón, sino un cliente.