Henry se mantuvo ocupado, saludando a algunas caras conocidas, pero sin perder de vista al desconocido que había estado frecuentando el local. Finalmente, el día llegó a su fin y las puertas se cerraron con llave, dejando a Henry a cargo de la seguridad del edificio durante la noche.
Una parte de él se preguntaba si no estaría simplemente imaginando cosas, dejándose llevar por los nervios. Después de todo, el día había transcurrido sin incidentes. Dejó de lado sus sospechas y siguió con su rutina de comprobar todas las vitrinas y cerrar todas las habitaciones.