Los ladrones atacan una casa de subastas, ¡pero no esperaban que lo hiciera la guardia nocturna!

Henry había reparado en él por primera vez después de casi tropezar con él fuera de la sala de seguridad, donde el hombre había permanecido demasiado tiempo, mirando a la puerta como si estuviera considerando algo. El desconocido murmuró una vaga disculpa y se dio la vuelta rápidamente, pero Henry no pudo deshacerse de la inquietante sensación.

Al día siguiente, cuando vio al hombre moverse por la sección de artefactos antiguos de la galería con la misma expresión de intención, Henry se puso en guardia. No era sólo la mirada del hombre que se detenía en ciertos objetos, sino la forma en que se movía, cautelosa pero deliberada, con una extraña mezcla de distanciamiento e interés.