Desde detrás de ella, los gritos frenéticos de los otros turistas atravesaron la quietud del bosque. «¡No lo hagas!», gritó alguien con la voz teñida de miedo. «No es seguro ahí fuera» Amara giró la cabeza y vio a través de los árboles sus ojos abiertos y asustados.
El guía gritaba algo en su lengua materna, con voz frenética y gestos desesperados. Sólo unas pocas palabras le llegaron a través de la urgencia de su tono: «No vayáis… peligro», pero el significado estaba claro.