Siguió a un elefante hasta el bosque, pero no tenía ni idea de que acabaría así.

Respiró hondo, percibiendo los aromas terrosos y el susurro ocasional de criaturas invisibles entre la maleza. Su guía le señalaba un destello de plumas vibrantes por aquí, un ciervo cauteloso que se asomaba entre las hojas por allá, y cada avistamiento la dejaba asombrada de la belleza indómita que los rodeaba.

Esta era la escapada que esperaba: un mundo lleno de imágenes y sonidos, lejos del zumbido de la vida urbana. Pronto llegaron a un claro donde se animó al grupo a salir y observar. Amara miró a su alrededor, sintiendo la inmensidad del bosque que se extendía en todas direcciones.