Siguió a un elefante hasta el bosque, pero no tenía ni idea de que acabaría así.

Amara se dio cuenta de que era hora de volver y, cuando miró hacia atrás por última vez, juraría que vio a la madre elefante mirándola, como diciendo «Gracias», que sus caminos se habían cruzado por una razón y que le estaría siempre agradecida.