Siguió a un elefante hasta el bosque, pero no tenía ni idea de que acabaría así.

Mientras se llevaban a los cazadores furtivos, atados y con la mirada perdida, Amara echó un vistazo a los guardas forestales, que empezaron a interrogar a los turistas y a evaluar la escena. Estaban redactando un informe oficial, señalando la actividad ilegal de los furtivos para futuras acciones. Amara asintió en señal de gratitud cuando uno de los guardabosques se acercó, con una expresión de alivio y respeto.

«Ha sido muy valiente», dijo, mirando a los elefantes. «Estos animales no suelen relacionarse con extraños. Te habrás ganado su confianza» Amara esbozó una débil sonrisa y miró a sus inusuales compañeros. «Me salvaron la vida», murmuró, con voz suave. «No creo que lo hubiera conseguido sin ellos»