Siguió a un elefante hasta el bosque, pero no tenía ni idea de que acabaría así.

Miró hacia atrás y vio que la elefanta seguía bloqueando el paso de los cazadores furtivos, y que su enorme figura era una barrera inquebrantable entre ellos y Amara. Pero incluso desde esta distancia, se dio cuenta de que no sería suficiente para contenerlos durante mucho tiempo.

Sus pasos llegaron a un claro, donde la luz del sol se colaba a través de las copas de los árboles y lo iluminaba todo. Su corazón dio un vuelco al ver una multitud reunida cerca del borde del claro: caras familiares, los turistas de su grupo y un grupo de guardabosques. El alivio la inundó, mezclado con una urgencia que la impulsó a seguir adelante.