Desde las tundras heladas del Ártico hasta las exuberantes selvas tropicales del Amazonas, Gabriel se había aventurado por todas partes, y cada viaje grababa recuerdos inolvidables en su alma. Cada destino que visitaba añadía una nueva capa a su comprensión del mundo natural.
Cada aventura era una búsqueda de la siguiente toma impresionante, la siguiente criatura escurridiza y la siguiente historia que la naturaleza tenía que contar. Su pasión por la fotografía de la vida salvaje no consistía sólo en capturar imágenes, sino en conectar con lo indómito y preservar sus momentos fugaces para que otros los apreciaran.