A Gabriel se le aceleró el corazón mientras buscaba desesperadamente a Coco en una selva que parecía interminable. La densa y enmarañada vegetación se extendía en todas direcciones, tragándose sus gritos y amplificando su miedo.
La selva no era sólo un lugar hermoso, era un entorno misterioso y peligroso en el que era fácil perderse o encontrarse con problemas inesperados. Ahora, con la desaparición de Coco, Gabriel sintió que esas advertencias cobraban vida, aumentando su miedo y preocupación.
A Gabriel, fotógrafo de naturaleza, siempre le había movido una insaciable pasión por los viajes. Su cámara había captado la belleza de innumerables paisajes y la intrincada vida de los animales en todos los rincones del planeta.