Las horas parecían días mientras George hacía todo lo posible por ayudar a la criatura. Empezaba a perder la esperanza, pensando que no podría salvarla. Pero de repente, algo cambió. La criatura consiguió ponerse de pie. Estaba temblorosa e inestable, pero se mantenía en pie. Esto dio a George un rayo de esperanza, y supo que tenía que actuar con rapidez.
Con un propósito renovado, George volvió al trabajo. Estaba más decidido que nunca a salvar a esta pequeña criatura. Se aseguró de que el animal tuviera agua fresca y trajo mantas suaves para que estuviera cómodo. Sabía que tenía que ser fuerte por este animal y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para conseguirlo. Al fin y al cabo, su querida Luna le había traído aquí por alguna razón.