Cuando por fin llegó el día de liberar al cachorro de lobo, Bill no lo dudó. Sabía lo que tenía que hacer. Este lobo, aunque era una criatura salvaje, había encontrado un hogar en su granja. No podía dejar que se lo llevaran y lo soltaran en lo desconocido.
Así que cuando el equipo de servicios para animales consideró que el cachorro de lobo estaba lo bastante sano y fuerte para marcharse, Bill estaba allí esperando. Y juntos emprendieron el viaje de vuelta a su granja.