Con un propósito renovado, Bill volvió al trabajo. Estaba más decidido que nunca a ayudar al animal a recuperarse. Se aseguró de que tuviera agua fresca e intentó que bebiera. Le llevó mantas suaves para que estuviera cómodo. Le habló con voz suave, intentando calmarlo y tranquilizarlo.
Sabía que tenía que mantenerse fuerte por el bien del animal, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para sacarlo adelante. Después de todo, su querida Daisy probablemente tenía una razón para ser tan cautelosa con este misterioso animal, ¿verdad?