Ante la impotencia, Bill decidió llamar al equipo local de rescate de animales, rezando para que pudieran intervenir rápidamente. Sin embargo, tardaron más de lo que esperaba, y cada momento que pasaba era precioso. Podía ver cómo la criatura se debilitaba aún más, cómo su fuerza vital disminuía a cada minuto que pasaba. Intentó convencerla de que comiera algo, ofreciéndole trozos de comida en la mano, pero se negó a comer. Se comprometió a hacer todo lo que estuviera en su mano para salvarla, aunque eso supusiera poner en peligro su propia seguridad.
Las horas parecían días mientras Bill intentaba ayudar a la criatura. Empezaba a perder la esperanza, pensando que no podría salvarla. Pero entonces algo cambió. La criatura consiguió ponerse de pie. Estaba temblorosa e inestable, pero estaba de pie. Esto dio a Bill un poco de esperanza, y supo que tenía que actuar con rapidez.