El camino que tenía por delante era desalentador, pero aun así lo recorrería. Paso a paso, con determinación. Y tal vez, sólo tal vez, podría despertar a la gente de su letargo antes de que fuera demasiado tarde. Antes de que las llamas consumieran todo lo que apreciaban.
Oliver se aferraba a esa esperanza tan desesperada como a la vida misma. Tendría que sostenerlo durante las pruebas que se avecinaban. Pruebas que pondrían a prueba su convicción, su espíritu, su propio sentido de propósito. Pero rendirse no era una opción. Demasiadas vidas dependían de que su voz fuera escuchada. Atravesaría la oscuridad, guiaría a otros hacia la seguridad o moriría en el intento.