Finalmente, sus padres y su hermano cedieron y se sentaron a escuchar lo que tenía que decir. Oliver aún estaba débil, pero había reunido fuerzas suficientes para hablarles. Las palabras le salían solas, como si ni siquiera tuviera que pensar en lo que decía.
Una vez que hubo compartido todo, miró a sus padres y a su hermano. Le devolvieron la mirada con ojos muy abiertos e incrédulos, sin palabras. Pasó un momento de silencio antes de que nadie hablara. Finalmente, fue Liam quien rompió el silencio.