En medio de la alegría, empezaron a surgir dudas. Sus corazones decían que les conocía, esa tierna sonrisa al reconocer sus rostros era innegable. Sin embargo, los aspectos prácticos pesaban en sus mentes. ¿Podría volver a hablar o a andar? ¿Tendría que volver a aprender lo básico, paso a paso? El camino que tenían ante ellos brillaba de esperanza, pero se entrelazaba con sombras de incertidumbre.
Para su alivio, Oliver mostró signos prometedores. Tras unos minutos de tensión, consiguió decir algunas palabras. No fue mucho, pero el peso de lo que pronunció caló hondo. Al oír lo que dijo, se quedaron sorprendidos y, la verdad, un poco alarmados. Quizá el accidente y el prolongado coma le habían pasado más factura de lo que temían…