Con la determinación afianzando su decisión, Heather pensó en un plan para tranquilizarse. Se le ocurrió la idea de instalar cámaras ocultas en toda la casa. No fue una decisión que tomara a la ligera; la privacidad era importante para ella, pero también lo era la seguridad de su familia. Cuando la luz de la mañana se coló entre las cortinas, ya estaba decidida. Hoy compraría las cámaras. Necesitaba proteger su casa, a su hijo y acabar con sus sospechas de una vez por todas.
Cuando salió el sol, pintando la habitación con una luz suave, Heather se deslizó fuera de la cama, con cuidado de no molestar a Sam. Sus movimientos fueron decididos cuando empezó a buscar en Internet las cámaras de seguridad más discretas y mejor valoradas. Encontró rápidamente lo que necesitaba, eligiendo modelos pequeños y discretos, pero con imágenes nítidas. Con unos pocos clics, hizo el pedido.