Se sentía como en una batalla entre su corazón y su cabeza. Su cabeza le instaba a huir lo más lejos y rápido posible. Sin embargo, algo en el león hacía que su corazón quisiera hacer otra cosa. Cuando por fin tuvo el valor de mirar al león a los ojos, se dio cuenta de que algo iba muy mal.
Los ojos del león se encontraron con los de Paul, y en la mirada del animal detectó una desesperada súplica de ayuda. Algo iba muy mal. Paul sabía que no podía ignorar el silencioso grito de auxilio del león; tenía que actuar. Y tenía que actuar rápido