Thump. Thump. Golpe. Las incesantes patadas despertaron a Kevin, con el corazón latiéndole con fuerza. Abrió los ojos de par en par, desorientado, y miró a su alrededor, medio esperando que el avión temblara por las turbulencias. Pero no había turbulencias, sólo el persistente y molesto ruido de detrás.
El ritmo constante de las patadas era imposible de ignorar. Destrozó su intento de relajarse e hizo que volver a acomodarse en el asiento le pareciera imposible. Respiró hondo, tratando de calmar su acelerado corazón, pero los repetidos golpes sólo aumentaron su frustración.
El vuelo ya había sido incómodo, y ahora esta perturbación constante estaba poniendo a prueba su paciencia. Kevin había esperado un viaje tranquilo y apacible, pero en lugar de eso, se enfrentaba a un desafío cada vez mayor. Los motores del avión zumbaban una y otra vez, creando un zumbido constante y monótono que llenaba la cabina.