¡Este hombre se hartó! ¡Mira cómo dio una lección a un niño que pateaba el asiento y a su madre!

«Sólo intentaba ayudar, ya que está claro que hablar contigo no sirve de nada», replicó, con una mezcla de sorpresa y frustración en la voz. Carl retiró la mano de la bolsa y se dio la vuelta, sintiendo una mezcla de incredulidad y exasperación. Se preguntaba cómo alguien podía ser tan grosero.

Decidió que lo mejor era ser educado y reservarse. Quería olvidarse de todo aquello y ser el mejor. Inspiró hondo -un «pffffff» largo y lento-, cerró los ojos y exhaló un suave «pfffffff». Intentó recordar lo que su profesor de mindfulness siempre le había dicho sobre dejar ir las cosas que no puedes controlar. Justo cuando empezaba a relajarse y a dejar sus pensamientos a la deriva, de repente, su momento de paz se vio interrumpido por un fuerte «golpe» contra su espalda. La fuerte patada rompió su calma, devolviéndole bruscamente a la frustrante realidad.