Durante el día, se enfrentaba a reuniones consecutivas, cada una de las cuales requería su máxima atención y experiencia. Las tardes no eran menos ajetreadas, repletas de eventos de networking y sesiones estratégicas nocturnas con su equipo. Dormía poco y mal, y su mente bullía constantemente con cifras, plazos de proyectos y preguntas de clientes potenciales.
A pesar del agotamiento, Carl se sentía realizado. Había conseguido un acuerdo prometedor, prueba de su esfuerzo y perseverancia. Eran estos momentos de éxito, breves y distantes entre sí, los que le recordaban por qué soportaba una carrera tan exigente.