¡Este hombre se hartó! ¡Mira cómo dio una lección a un niño que pateaba el asiento y a su madre!

Pero cada patada era como una pequeña explosión que lo sacudía hacia delante. El fino cojín del asiento de la aerolínea no ofrecía ninguna protección cuando las zapatillas del chico chocaban con fuerza contra el respaldo de plástico compuesto. Golpe seco. Golpe seco. Los impactos se sucedían sin tregua en la zona lumbar y los hombros de Carl.

¿Cómo podía tener aquel niño tanta fuerza y resistencia en aquellas piernas cortas y rechonchas? Las patadas eran cada vez más fuertes, y el niño ponía todo su peso en ellas. Cada patada resonaba en el cuerpo tenso de Carl. Apretó los dientes, esforzándose por mantener una expresión neutra, con la esperanza de no llamar la atención.