¡Este hombre se hartó! ¡Mira cómo dio una lección a un niño que pateaba el asiento y a su madre!

Con esta idea, Carl se dio la vuelta y esbozó su sonrisa más cortés, aunque el cansancio le pesaba y probablemente le daba el aspecto de un hombre cansado que se esforzaba por parecer amable. El reciente proyecto de trabajo le había exigido mucho, y el estrés había dejado huellas visibles en él. Los últimos días habían sido especialmente agotadores para él, tanto mental como físicamente. Ahora, más que nunca, necesitaba un poco de paz y tranquilidad durante el vuelo.

Pero las constantes patadas del chico que tenía detrás le hacían cada vez más difícil encontrar esa paz. Carl se dio cuenta de que tenía que abordar la situación de alguna manera. No podía permitirse llegar a Seattle agotado. Tenía que estar alerta y preparado para las continuas exigencias de su arriesgada carrera.