Karen terminó la llamada, se alisó la blusa y respiró hondo para tranquilizarse. Su mirada se posó en Greg, que estaba junto al mostrador, limpiando. Se acercó, fingiendo un tono cortés. «Tendré que esperar aquí hasta que llegue mi novio. Seguro que nos permite quedarnos un poco más»
Greg levantó la vista y la miró con una expresión tan tranquila como decidida. «Lo siento, señora, pero esta pequeña y cochambrosa cafetería cerrará pronto. No hacemos excepciones con los clientes molestos» Su voz era suave, sus palabras aterrizando con una finalidad tranquila que no dejaba lugar a discusión.