El karma de una señora con derechos en un restaurante se sirve en bandeja de plata

El plan de Stephanie cobró vida. Se dirigió a la cocina, acercándose al chef. «Haz el helado de banana split más elaborado que hayas hecho nunca», murmuró. El chef enarcó las cejas, pero asintió con la cabeza, sonriendo con complicidad. Este postre sería el último capricho de Karen por un tiempo.

Con el corazón palpitante, Stephanie se escabulló por la puerta trasera en busca del conductor del autobús. Lo encontró comprobando el motor y le preguntó: «¿Cuánto falta para que esté listo?» El conductor se rascó la cabeza. «Una hora, quizá un poco menos» Perfecto, pensó, con una sonrisa en los labios.