El karma de una señora con derechos en un restaurante se sirve en bandeja de plata

Mientras se movía entre las mesas, se dio cuenta de que los primeros espectadores se colaban en la transmisión. Algunos de sus clientes habituales comentaron: «¿Qué está pasando en la cafetería?» y «¿Por qué está Steph grabando una mesa vacía?» Stephanie intercambió sutiles sonrisas con los clientes que se fijaron en su montaje, que despertaron su interés.

A través de la ventana, vio a Karen entrando por fin, con la cara enrojecida. Volvió a su sitio en la cabina, ajena al teléfono que grababa todos sus movimientos. Cuando Karen reanudó la conversación y su tono altivo resonó en todo el local, Stephanie supo que el espectáculo no había hecho más que empezar.